El viento acaricia mi cuerpo con una ruda suavidad que me hace estremecerme, cerrar los ojos y disfrutar de esta sensación.
Mis piernas recuerdan las tuyas entrelazadas con ellas, mi cuerpo extraña tu suave piel, mis labios saborean una vez más la dulzura de los tuyos, aún presente en ellos. Pero no estás.
Soy cautivo de esta libertad.
Soy preso de estas bellas y a la vez horribles emociones que cruzan todo mi cuerpo recordándote, con una libertad encadenada que no me deja otra elección que revivir esto.
Viento, siempre enlazado con la libertad. Viento, que rememora esta libertad que me encadena a ti.
Estas cadenas extensibles, que a pesar de darme tal libertad sigue siendo cautividad.
Cadenas de libertad. Libertad cautiva. ¿Dónde está la diferencia? No hay... Soy libre pero sigo cautivo de ti. Libertad exterior, cautividad interior.
Cautivo de mis propios sentimientos. Libre de sentir o no, pero cautivo de mis sentimientos. No puedo librarme de esas cadenas, esos grilletes que me atan a ti y que sin embargo no impiden mi movimiento. Odio y amo por igual esta sensación.
Porque me siento libre, pero no puedo evitar recordarte.
Cadenas de libertad, libertad encadenada.
Desde lo más oscuro del corazón hasta la más bella luz interior. Allí se esconde el ángel oscuro, en el que se funden luz y oscuridad.
domingo, 7 de junio de 2015
Libertad encadenada, cadena de libertad
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