viernes, 4 de mayo de 2012

Vuela, vuela lejos

Alza la vista y podrás verlo, un ángel cuyas alas negras le impulsan por el cielo, veloz, ágil, y fuerte. Pero en su interior guarda un secreto, un vacío... Se siente vivo, pero muerto. Se siente perdido por el aire, pero tampoco quiere que nadie le encuentre. Qué felices aquellos tiempos en que aquel niño pequeño deshojaba margaritas: "Me quiere, no me quiere, me quiere..."; qué felicidad cuando conseguía que acabara en: "Me quiere"; qué tristeza cuando la última le decía: "no me quiere". Y al final siempre tiraba lejos la margarita, sonriente, porque no tenía ni idea de lo que era el amor ni tampoco le preocupaba.
Ahora vuela lejos, vuela para no regresar, para olvidar. Vuela con su espada al hombro, sabiendo que tendrá que luchar. Vuela solo, completamente solo. Nadie viaja con él.
Al fin y al cabo es un ángel oscuro, mitad ángel, mitad demonio... No está ni en un lado ni en otro, está aislado... Ambos le quieren y ambos le odian. Si le necesitan acuden a él, si no le necesitan no quieren verle. Por eso está mejor solo. Por eso vuela para no regresar, para olvidar. Para no regresar al que no es su lugar, para olvidar que es sólo un instrumento. Es sólo un error de la naturaleza, y el mayor fue ser creado con sentimientos. Por eso vuela para no regresar, para olvidar. Para no regresar a sus recuerdos, para olvidar lo que sintió una vez...
Vuela, vuela lejos ángel oscuro. Pero no olvides que también dejas atrás cosas buenas.
Vuela, vuela lejos ángel oscuro. Pero llévate en tu corazón las cosas buenas.
Vuela lejos...

viernes, 20 de enero de 2012

Mil preguntas...

Son sueños, estáticos y paralizados,
mil preguntas que no tienen respuesta,
que no dejan la verdad expuesta,
que dejan caminos vallados.
Son mil preguntas que te llevan a otra pregunta,
como mil afluentes que desembocan en otro,
que te conducen, poco a poco,
de nuevo a esa silenciosa duna,
donde habita la soledad, la tristeza,
donde las palabras no hablan,
donde no existe la calma,
donde la memoria se despereza
y te trae recuerdos, evocando
un pasado ya imborrable,
escrito con penas y con sangre,
y te ves desbordado, pensando
en el ayer y en todo lo que viviste,
en las lágrimas que has derramado
y las alegrías que atrás has dejado,
en todo aquello que perdiste.
Y entonces sientes cómo te hundes lentamente,
triste y malherido, en el pozo,
víctima del tormento, despojo
del antaño risueño niño, abatido de corazón y mente.
Mil preguntas que no tienen respuesta,
mil respuestas sin lógica alguna,
como mil segmentos con gran holgura...
Pues bien, yo te haré una propuesta.
Sé que tan sólo soy un hombre,
sé que no destaco en absolutamente nada,
que mis cuentas nunca quedarán saldadas...
pero me encantaría volver a escuchar tu voz pronunciar mi nombre.

miércoles, 11 de enero de 2012

Templos de naipes

Estoy sumido en un eterno dilema, un eterno juego de naipes con el que construyo un templo, un castillo que más tarde siempre se derrumba. Pero vuelvo a empezar aunque a veces diga: "Bah, a la mierda." Pero, qué maldita manía me ha entrado, y no puedo evitarlo. Cuando se cae, siempre acabo volviendo a montarlo. Siempre es en la misma carta en la que se cae, cuando me falta tan sólo un piso para conseguir acabarlo, la última carta del penúltimo piso. Pero sigo con la duda... ¿Quizá la próxima vez podré poner al menos una carta más? No lo sé. De momento aguanta de pie. Aún me faltan un par de pisos. Sonrío y paro, para tocar un poco con la guitarra esa canción de Bunbury que tanto me gusta y tanto me recuerda a esa persona que está tan lejos y a la vez tan cerca de mí. Y la duda vuelve a mí, más fuerte que nunca. ¿Lo lograré esta vez? ¿Conseguiré ponerla? Me falta sólo un piso para llegar donde siempre me quedo. Vamos a ver... Sí, aguanta. Perfecto. Sólo dos cartas para llegar. Vuelvo a acordarme de aquella canción, y me entran ganas de visitar ese país del que habla. Una carta para llegar. Veo la guitarra, tan triste y sola. Si amaneciera sin ella, ¿qué sería de mí? No lo sé... Sólo sé que, si aplicas la chispa adecuada todo puede llegar a arder. Bueno, aquí está, la carta maldita. ¿Podré colocarla o se deshará otra vez este templo? Vamos a comprobarlo...

Cobardía o coraje

Sentado sobre la rama de ese altísimo árbol, observo el cielo estrellado. De nuevo estoy pensando en ti. Otra vez pensando en aquella que m...