domingo, 30 de octubre de 2011

Uno de esos días...

Hoy es uno de esos días. Uno de esos días en que escondes tu corazón al mundo porque tienes miedo de que vean cómo eres realmente. ¿Pero por qué ese miedo? ¿Por qué esa tristeza y esa forma de recluirse en el interior de tu corazón? Porque has luchado para nada. Has luchado para que esa persona a quien un día amaste más que a tu vida te traicionara, te diera una puñalada por la espalda. Has luchado para que alguien a quien considerabas tu amigo repentinamente la traicione, dejándote de lado por cualquier tontería. Tanta lucha, tantas heridas sufridas para que, al final, ocurra lo que querías evitar. Tu amor, antes fluido como un río, repentinamente se seca, dejando costras que te oprimen el pecho y astillas que te perforan el corazón. Tu confianza en las personas que te han traicionado se rompe. Puedes llegar a cambiar si algo así te ocurre varias veces.
Eso fue lo que me pasó a mí. Por eso desapareció la sonrisa eterna de aquel chiquillo, por eso se acabó la disposición de ayudar a los demás. En mí nacieron dos facetas: el ángel y el demonio. El ángel hace que pueda seguir sintiendo por la gente aprecio, amor o amistad; hace que sea capaz de ayudar a los demás, que siga siendo tan profundo. El demonio es quien se muestra en el exterior, es la frialdad de mi rostro, son las ganas de salir de fiesta y beber, el buscar cobijo en un cuerpo para intentar llenar ese vacío inacabable que sientes en tu pecho.
Pero sabes que hay gente en la que puedes confiar. Aunque haya malentendidos a veces, aunque haya ciertas dudas al fin y al cabo son amigos tuyos. Al fin y al cabo, les aprecias muchísimo, y ellos lo saben y tú también. Por eso les echas de menos. Porque sabes que en determinados momentos en que les necesites, estarán ahí. Y porque sabes que son ellos los que te sacarán de la monotonía de vivir, los que te arrancarán una sonrisa cuando estés triste, los que te ayudarán siempre que puedan... y con quienes podrás salir de fiesta sin preocuparte, o quienes te llamarán alguna vez para saber cómo estás cuando no estás con ellos. Sí, me refiero por supuesto a vosotros, que sabéis quiénes sois porque os lo he dedicado. Cuántas cosas hemos vivido juntos y cuántas nos quedan por vivir, ayer y hoy unidos, todos en familia. Quién me vio y quién me ve ahora.
Pensaréis que estoy loco, es cierto, porque tirarme tres horas pensando esto... tiene delito. Pero es que no sabía qué decir. A fin de cuentas, no siempre es fácil explicar lo que sientes... ¿No es así?

Amor platónico

Es una belleza... Estoy completamente hipnotizado por su hermosa tez blanca, sus preciosas curvas... y está ahí, a mi alcance. Tan sólo tengo que estirar la mano... no. Tengo que resistir la tentación. Es un sentimiento muy fuerte, me despierta mis instintos más básicos: el deseo. El más puro deseo me invade por completo. Es una preciosidad. No puedo contenerme, debo acercarme más. Comienzo a acariciar su hermoso relieve, esas líneas suaves y blancas surcadas por bellas rayas azules. Me encantaría poder ver en su interior... Siento cómo se me eriza el vello en la nuca y la cabeza. Las pupilas se me contraen admirando el brillo de su exterior. Me veo reflejado, con mi imagen distorsionada por el azul zafiro de esas lentes...
Es mi amor platónico. A pesar de verlo, de tocarlo, de tenerlo enfrente... sé que nunca lo tendré. Es mi amor platónico... ¡BMW M3 GTR!

sábado, 29 de octubre de 2011

Decisiones

Las luces alumbran las calles de esa bella ciudad nocturna, en la cual la vida surge de nuevo tras varias horas de calma. Multitud de jóvenes se aglomeran ante los pubs, las discotecas, las chupiterías... Entre tanto universitario junto, mi vista se centra en un grupo concreto. ¿Quién soy? Os lo diré en el momento oportuno.
Ese grupo lo forman varios jóvenes. Pero sólo uno de ellos destaca por mostrar a los demás lo que en realidad no siente... Han entrado en una de las discotecas, y el chico no se siente mal, realmente se lo pasa bien con sus colegas... pero se siente vacío. Se disfraza de alguien que no es él. ¿Qué intenta demostrar? Esa es una pregunta para la que ni siquiera él tiene respuesta. Con una copa en la mano baila junto a sus colegas, haciendo como que busca con la mirada... pero en realidad él sabe lo que busca. Y sabe que en ese contexto no lo va a encontrar. Y sabe que al día siguiente se va a sentir mal, por ser como no es, por disfrazar sus verdaderos sentimientos. Una parte de él lo desea, y lo empuja a beber y a divertirse. La otra solo le dice que eso no le hará sentir mejor. Una parte de él le dice que si bebe se sentirá mejor, acallando a la otra. Le dice que se hará más valiente, que podrá lanzarse a por la chica que desee. Pero la otra le dice que eso no es verdad. Y él lo sabe... sabe que sólo una persona podría llenar ese vacío. Y que no lo hará.
El muchacho esboza una sonrisa con la boca, tratando de ahuyentar esos pensamientos, tratando de divertirse. Pero tiene la mirada triste, y nadie se da cuenta de ello. Y bebe... bebe para olvidar. Bebe para poder ser más valiente, para pasárselo mejor. Aunque realmente no sea así. Aunque sabe que se está destruyendo a sí mismo. Aunque sabe que el alcohol no ahogará sus penas, sino su estómago. Aunque sabe que su barriga se llenará, pero el vacío no es físico, por tanto no podrá llenarse con el líquido. Y sin embargo bebe. Bebe riendo, con la mirada velada por los efectos de la cuarta copa. Pero en su interior aún está la parte de él que siempre le ha acompañado. Ese ángel que se coló en su cuerpo cuando nació.
Pero predomina el demonio que habita en su interior. Predomina porque se aprovecha de su debilidad, con promesas vanas y mentiras. Pero el chico cae una y otra vez, como si fuera verdad. Aunque supiera que no lo es. Y a la mañana siguiente se torturará a sí mismo por ser como no es en realidad. ¿O quizá sí que es así? También es verdad que tanto demonio como ángel forman parte de él... Que juntos conforman al ángel oscuro que él es. Oscuridad y luz que se materializan en forma de personalidades en su interior. Que le obligan a actuar siguiendo sus impulsos o la razón, respectivamente.
Él no quiere ser así. Quiere seguir siendo el ángel que nació con él. Pero se comporta como el demonio... porque no es tan fuerte como quisiera ser. Porque en realidad no es valiente, sino cobarde. Porque no quiere esos recuerdos que le visitan cada noche en sueños. Y se hace una promesa:
Después de esa noche, cambiará.
¿Que quién soy yo? Os lo diré, porque es el momento oportuno. Yo soy él, y él es yo. Yo soy Kareth Dylan, el ángel oscuro. Ese ángel oscuro que ha de conservar su maldad y utilizarla por el bien. Son valores relativos, pero espero saber distinguirlos.Yo soy Kareth Dylan, el ángel oscuro.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Extraña historia

Tras su desaparición, el joven no había vuelto a ser el mismo. ¿Qué había sido del siempre sonriente chiquillo, dispuesto a darlo todo por ayudar a los demás?¿Por qué se había cambiado la cálida sonrisa por esa expresión de fría indiferencia ante todo? Es algo que sólo él sabe, que sólo él comprende... porque nadie más ha logrado ni querido hacerlo. ¿Cuándo cambió?¿Tal vez aquel verano en aquellas tierras remotas?¿Tal vez ese invierno, en el momento en que recibió un mensaje cuando se dirigía a la cancha de baloncesto?¿Quizá un par de meses después de eso, cuando le hicieron mucho más daño del que podía soportar? Ni siquiera él lo sabe... Ahora ahí le puedes ver... pensativo, contemplando sin ver el negro cielo de la noche, buscando unas estrellas invisibles mientras la guitarra toca una melodía suave, lenta, romántica... triste. Pero él sigue con la misma expresión de frialdad. ¿Qué es lo que pasa por su mente en este momento?¿Recuerdos?¿Reflexiones?¿Pensamientos sobre la melodía? No. Está escribiendo, mentalmente, una nueva canción. Una canción cuyo tema no es el amor, ni la tristeza de haberlo perdido. Una canción de exaltación a la vida, una dura crítica a esta sociedad o tal vez una oda a la misma música. ¿Puede que esté pensando qué fue de su corazón?¿Dónde se perdió? ¿Quizá se está preguntando qué ha pasado con esa luz que tenía en su interior? No. Se está preguntando él mismo... qué es lo que está pensando.

domingo, 23 de octubre de 2011

Sólo soy un hombre...

Sólo soy un hombre...
recuerdo efímero de esta realidad,
dos espíritus que luchan por el control...
ángel y demonio contenidos en un cuerpo mortal.
Sólo soy un hombre...
un hombre que lucha contra la adversidad,
que se guía por sus sentimientos
de amor, cariño y sincera amistad.
Sólo soy un hombre...
oscura sombra de un relámpago fugaz,
que se enamoró, sí...
para bien o para mal.
Sólo soy un hombre...
alma incomprendida,
repleta de ingenuidad,
una moneda tirada al aire
que se ha perdido en la oscuridad:
"Moneda que está en la mano,
tal vez se deba guardar,
la monedita del alma
se pierde si no se da."
Sólo soy un hombre...
un hombre y nada más.
Sólo soy un hombre...
un hombre cualquiera,
cuyos ideales románticos ya
no pertenecen a esta era.
Sólo soy un hombre...
mientras el tiempo así lo quiera,
un hombre que ha visto en ti
a una joven sincera.
Sólo soy un hombre...
un hombre que espera
la llegada de la indicada
tras varias noches en vela.
Sólo soy un hombre...
que en tu corazón desea entrar...
sólo soy un hombre...
un hombre y nada más.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Amor a primera vista

Son sus ojos, sin duda,
son sus ojos los que me llaman,
los que me miran, intensos,
sin necesidad de decir nada.
Azules, como el mar;
dulces en su mirar,
tiernas como un beso...
pero sin besar.
Son sus ojos, sin duda,
puertas abiertas al alma,
pozos a los que me asomo
y caigo, en el abismo de la calma.
Pero nada puedo hacer,
pues me miras... sin ver.
Me veo reflejado en ellos
tan sólo por casualidad...
sé que en tu corazón
yo no podré entrar.
Un día tus ojos me miraron
y ya no pude escapar...
sólo hizo falta un día
para que me pudiera enamorar.
Solamente pediré...
verte un día más.
Solamente pediré...
que pase mi estrella fugaz.

Paisaje urbano

Tras los grandes rascacielos se pueden ver algunas nubes en el cielo nocturno, iluminadas por las luces de la ciudad. Desde aquí abajo parece que si te subieras a uno de ellos las podrías tocar. Pero al bajar la mirada descubres una calle llena de color y de vida. Las sombras danzan al compás de sus amos, que pasean por la calle (algunos parece que tienen prisa). Parejas de enamorados se sonríen y se besan, puestos de venta de productos artesanales a los que se acercan bellas jóvenes y personas adultas para admirarlos y quizá comprarse algo; un pobre, pidiendo a la puerta de una casa que destaca por sus adornos con forma de conchas en toda la fachada... Y se puede ver, allá a lo lejos, a un chico que camina solo, con una guitarra a su espalda.

La plaza mayor, de una belleza que quita el aliento al contemplarla por primera vez, y aún más de noche e iluminada por las luces. Miles de personas congregadas en ella. Destacan los universitarios y universitarias, jóvenes que disfrutan de una tranquila y bella noche con sus amigos y amigas allí, sentados en el suelo de grandes losas grises, tal vez acompañados de la música alegre de algún instrumento. Bromas seguidas de risas y carcajadas llenan de alegría ese paisaje. Quizá también alguna pareja habla alegremente sentados en un banco, mientras las terrazas se llenan y los camareros, cansados, acuden a atender a sus clientes. Un comercio cerrando, mientras un pub abre sus puertas. Un portero, por una de las calles, prohíbe el paso a un grupo de estudiantes. Y más allá se distingue, cabizbajo y perdido en sus pensamientos, a un solitario muchacho con una guitarra a su espalda.

Llegamos a un hermoso parque, ya a las afueras y cercano a un paseo que bordea el río. Alguna pareja en un banco, sentados, dirigiéndose palabras de amor y besos con la dulzura de una flor en primavera. Puedes sentir la caricia de la suave brisa de la noche, una melodía nocturna que hace que te recorra un escalofrío por la belleza que contemplas. Pero... ¿qué es eso? Se puede oír una voz, y una preciosa melodía que la acompaña. Juntas conforman una balada que habla de amor, de soledad, de ilusiones rotas. Puedes observar varios bancos de piedra... y allí lejos, en un rincón, un chico solitario tocando la guitarra... con una única lágrima resbalando por su mejilla. Una única lágrima de tristeza infinita, en medio de un mar de inmensa alegría.

martes, 18 de octubre de 2011

Un recuerdo y un instante

Lo era todo para mí. Entonces... ¿Por qué se fue? Ni siquiera se despidió. Simplemente se esfumó. Se esfumó, disipada con el humo desaparece en el aire, como el viento que se lleva los susurros que nunca acaban de salir de la boca de alguien que no se atreve a expresarlo. Desapareció, como la gota que quería llegar al mar y sin quererlo acabó en la seca arena de la playa. Cayó en el frío vacío del olvido eterno, se desvaneció como la lágrima furtiva que cae por tu mejilla revelando tu tristeza infinita. Se fue, sí. Se fue.
Ahora maldigo mi suerte. Abandonado a mi suerte, perdido en un bosque en que se juntan las lágrimas y la lluvia entre los árboles de mis pensamientos, cuyas hojas tejen una maraña por las que raras veces se abre paso la luz del Sol. Las nubes grises descargan su furia sobre mí, apartado a un lado del camino que creo adivinar entre los gigantescos troncos, agazapado entre las sombras sin encontrar ni tan siquiera una cueva, un agujero que me cobije de las frías garras de la lluvia. Con una rodilla en tierra y sin fuerzas para levantarme, ambas manos apoyadas en el fango tratando de sostenerme en esa posición, tratando de que no me fallen para no acabar allí tumbado.
Ella se fue, como el sonido de un trueno a lo lejos.
Mi cara está mojada por mis lágrimas y por las gotas de lluvia.
Sí, ella se fue... como la tormenta se irá cuando llegue la mañana.

Mi razón

Escribo para olvidarlo todo
y a la vez recordarlo,
como por olvidar bebe un borracho
con la botella en la mano.
Escribo para olvidarlo todo
y a la vez recordarlo,
sólo dejo que mis pensamientos
fluyan al compás de mi mano.
Escribo para olvidarlo todo
como aquella melodía tan bella,
que levanta recuerdos perdidos
de aquella que una vez fue tu estrella.
Escribo mirando al cielo
con mi mirada perdida,
escribo mientras caigo en el abismo
esperando una mano amiga.
Escribo... y seguiré escribiendo.
Escribo porque no quiero olvidar,
escribo para olvidarlo todo...
escribo para no recordar.

Un largo camino...

Una brisa fresca recorre mi rostro y me despierta. Siento mis párpados pesados del cansancio, ya que casi no he dormido... Y sigo un momento más, sumido en esa semioscuridad tan placentera, que no llega a ser completa, pues el Sol sigue empeñado en hostigarme y entrar por mis ojos. Mi brazo izquierdo descansa sobre mi pecho, mientras mi brazo derecho queda a mi lado, aferrado a algo metálico y frío. Mi pierna derecha, completamente estirada, descansa contra una piedra, y mi pierna izquierda está encogida con la rodilla alzada. Es una costumbre... En las mejillas siento el cosquilleo de la hierba y el viento que mueve las hojas del árbol orgulloso y majestuoso que se alza por encima de mí y me proporciona sombra. Y aún así, la luz consigue colarse entre sus hojas y castigarme, travieso, para que abra los ojos.
Suspiro... Y por fin me levanto. Ante mí puedo ver el paisaje que contemplaba antes de detenerme a descansar. Una vasta pradera verde, con algunos árboles y piedras como los que me han ofrecido cobijo bajo la abrasadora luz del Sol. Sigo notando bajo mi mano derecha algo metálico. Mi fiel espada. Una espada enorme, cuya hoja de doble he blandido sin descanso durante todo este camino contra todo tipo de enemigos. Esa espada que me ha acompañado siempre, y que aunque una vez se quebró, una luz la reparó. La empuñadura representa a un dragón dorado en pleno vuelo, escupiendo llamas que brillan con una misteriosa luz azulada. Sin duda me quedaría allí todo el día... Pero he de continuar. Todavía me falta mucho camino que recorrer...
Pero sigo un rato más. Mi torso desnudo revela las cicatrices de todas las heridas que he recibido a lo largo de las cruentas batallas. Victorias, derrotas, traiciones... Pero al final, nada de eso importa. Tantas veces preguntándome si debería dejar de luchar para nada. Pero algo me empuja a luchar, a no abandonar mi camino. La luz... Siempre la luz. Esa luz que aparece por las noches para alumbrar mi camino, esa misma luz que reparó mi espada en una ocasión, cuando ya no podía más... Esa luz es la que me ayuda, me da fuerzas. Siempre intento alcanzarla, pero nunca lo consigo. Tan sólo guía mi camino miles de pasos por delante de mí. Pero sé que algún día la alcanzaré.
Me levanto y cargo una vez más con mi espada a la espalda. Todavía me queda un largo camino por recorrer.

Cobardía o coraje

Sentado sobre la rama de ese altísimo árbol, observo el cielo estrellado. De nuevo estoy pensando en ti. Otra vez pensando en aquella que m...